domingo, 13 de noviembre de 2011

ENEMIGO MORTAL DE TU CEREBRO


El exceso de grasa o aceite en la alimentación que tienes hoy, tiene dos efectos devastadores en tu cerebro:
Ø      Entorpece la circulación sanguínea que riega al cerebro y,
Ø      Genera millones de radicales libres.
Es suficientemente conocido que la grasa o aceite comestible obstruyen venas, arterias y vasos capilares. Si aún no te das cuenta de ello, solo deja sin lavar la cacerola u olla donde cocinaste y, al día siguiente verás una capa solidificada muy difícil de remover con el mejor de los “arranca-grasas”. Esto mismo sucede en tu sistema circulatorio, con el agregado de que el colesterol “malo” disminuye la elasticidad de los vasos sanguíneos del cerebro.
El elevado consumo de grasas: “carnitas”, “gorditas” bañadas en grasa de cerdo, biscochos, pasteles, etc. genera un enorme número de radicales libres,  ya que la grasa y los aceites se oxidan con mucha rapidez, a veces casi al instante. El aceite rancio - como el que usan sin control muchos negocios de comidas rápidas o de comidas callejeras – contiene algunos de los radicales libres más destructivos que existen y al llegar al cerebro se encuentran con las neuronas y empiezan a matarlas.
Un motivo de que las neuronas sean particularmente sensibles a la acción dañina de los radicales libres es que el cerebro está compuesto por grasa principalmente: cada neurona es grasa en un 60%, aproximadamente. Así que, si tu consumes grasa o aceites en exceso, estos se ponen “rancios” en tu organismo y en contacto con el cerebro lo van “pudriendo”.
¿Todas las grasas son malas? Algunas formas de grasa son más dañinas que otras. Existen tres tipos de grasas:
  1. Las grasas saturadas. Son las peores de todas. Están saturadas de átomos de hidrógeno que unen fuertemente las moléculas de grasa, de allí su consistencia compacta, sólida, como la grasa de cerdo, la mantequilla y las margarinas.
Estas grasas no se disuelven bien en el cuerpo, conservan su consistencia sólida y se acumulan en las paredes de los vasos sanguíneos, hasta llegar a taponarlos deteniendo el flujo de la sangre al corazón (infarto cardíaco), o una interrupción del flujo de la sangre al cerebro (infarto cerebral).
La grasa acumulada deteriora las paredes de los vasos sanguíneos, provocando “goteras” de sangre, es decir pequeñas hemorragias. Esto ocurre también en el cerebro y contribuye a deteriorar la capacidad cognitiva. Ahora, si la hemorragia es grave va a causar la muerte.
La grasa saturada penetra en todas las células del cuerpo, incluidas las neuronas. Una vez dentro de la neurona, engrosa y endurece la pared o membrana celular impidiendo que entren las sustancias nutritivas a la vez que impide que salgan los desechos. Esto daña gravemente el funcionamiento de la célula hasta matarla.
  1. Las grasas poliinsaturadas. No son tan mortíferas como las saturadas, pero de todos modos son una de las cosas más dañinas que se puedan comer. Muchos de los aceites comestibles que usamos en la cocina, son grasas poliinsaturadas. El problema de estas grasas o aceites, es que se oxidan aún más de prisa que las grasas saturadas y se convierten rápidamente en radicales libres.
  2. Las grasas monoinsaturadas. Son las menos perjudiciales ya que son más estables químicamente y no se convierten en radicales libres tan rápidamente. Tienen además, unas cuantas cualidades positivas: impiden que se oxide el colesterol “malo” (LDL); aumentan la eficiencia del colesterol “bueno” (HDL) y también refuerzan la capacidad protectora que tiene la vitamina E  contra  los radicales libres. Entre las grasas monoinsaturadas se encuentran los aceites de oliva, de cánola, de colza, de lino, de pescado y de nuez de macadamia.
Especial advertencia tenemos que hacer contra el consumo de las grasas llamadas “hidrogenadas” o “parcialmente hidrogenadas” ya que han sido transformadas en un producto altamente destructivo llamado “ácido graso trans”. Los ácidos grasos trans se aglomeran en grumos dentro de las células, incluidas las neuronas y hacen estragos en la actividad celular normal. En los países donde se procura atender la calidad de vida de sus ciudadanos se ha prohibido la venta de éste tipo de grasa, pero no en todos los países, así que observe la etiqueta de información nutrimental de las grasas, aceites y margarinas que compre y absténgase de comprarlas si contienen grasas “hidrogenadas”, “parcialmente hidrogenadas” o “ácidos grasos trans”.
Investigaciones muy recientes en el campo de la bioquímica muestran que algunas de las ideas que teníamos sobre las calorías de las comidas solo eran parcialmente correctas. En lo que se refiere al peso de nuestro cuerpo y al porcentaje de grasa corporal, las calorías que provienen de las grasas son las más importantes. Las que provienen de las proteínas y los carbohidratos no los son tanto.
Solo hace unos años atrás, los expertos pensaban que el cuerpo humano usaba la energía extraída de las proteínas, de las grasas y de los carbohidratos con la misma eficiencia. Es decir, creíamos que si comíamos 100 calorías de manzanas, frijoles y papas, para las funciones metabólicas éstas tenían el mismo valor que 100 calorías de grasa de la mantequilla, aceite vegetal o papas fritas. Hoy sabemos que eso ¡No es cierto!
Parecía lógico a primera vista que si se quería bajar de peso se debían consumir menos calorías de las que se queman en un día, dependiendo de su actividad. Hoy sabemos que lo anterior es correcto pero está incompleto: es importante la cantidad de calorías, pero es más importante definir de donde vienen esas calorías. Si tienes grasa de sobra en el cuerpo, es probable que hayas comido demasiada grasa. Lo que importa contar no son las calorías. Debemos contar los gramos de grasa contenidos en la comida. Diecn los expertos: entre 25 a 50 gramos diarios para los hombres y un poco menos para las mujeres.
De allí la insistencia en que debemos procurar alimentarnos con comidas asadas, horneadas, a la plancha. No es lo mismo comer 100 calorías de papas asadas que 100 calorías de papas fritas. Las 100 calorías de papas asadas se componen casi un 100% de proteínas y carbohidratos y las 100 calorías de papas fritas se componen de proteínas, carbohidratos y de la grasa que se uso para freír las papas. Y, más o menos la mitad de las calorías que aportan las papas fritas provienen de la grasa.
Tu cuerpo quema casi todas las proteínas y carbohidratos para crear la energía que requieres en tu actividad diaria, pero almacena la grasa. Y ya conocemos los efectos devastadores de la grasa para tu cerebro y para las células de tu cuerpo, en general.
A todos los motivadores que teníamos para mantenernos bajos de peso, ahora tenemos que agregarle: si bajas de peso aumentará tu longevidad (más años con vida de calidad), para todo el cuerpo, pero también para tu cerebro.
TABLA DE CONTENIDO DE ACIDOS GRASOS


SATURADAS
MONOINSATURADAS
POLIINSATURADAS
Aceite de cánola
7%
61%
32%
Aceite de cártamo
8%
77%
15%
Aceite de oliva
15%
75%
10%
Aceite de girasol
12%
16%
72%
Aceite de maíz
13%
29%
58%
Aceite de soya
15%
23%
62%
Manteca de cerdo
43%
47%
10%
Acaite de palma
51%
39%
10%
Acaite de coco
91%
7%
2%







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