jueves, 15 de septiembre de 2011

COCINAR PARA TU SALUD

“Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo”,
Mohandas Karamchand Gandhi

Cambio, cambiar….es una de esas realidades ciertas de la vida. Y está relacionada con nuestra salud cuando hablamos de la necesidad de cambiar hábitos y costumbres, todos ellos bien intencionados, pero de cuyos efectos solo ahora empezamos a ver su aspecto positivo o negativo en lo que respecta a nuestra salud.
Mucho se ha dicho y escrito sobre el tema, así que no abundaremos sobre lo mismo. En cuanto a los utensilios: cocinar - en lo posible - en ollas, cacerolas y demás, de acero inoxidable (tipo quirúrgico de preferencia), y olvidarse de las ollas de hierro esmaltado, de aluminio o de barro y comer crudo todo lo que le sea agradable.
En cuanto al método de cocción: prefiera siempre al vapor, guisado, a la plancha, al horno (eléctrico, de gas o de leña), asado a la parrilla y minimice en cuanto esté a su alcance el consumo de alimentos “fritos”.
Pero vamos a dedicar aquí unos momentos para platicar de uno de los avances que muchos de nosotros vimos con entusiasmo a su llegada: el horno microondas.
Desde hace varias décadas las cocinas de muchas familias y hogares en diversos países del globo lo vieron llegar como el “genio” de los ayudantes de cocina y su uso se ha ido generalizando y ganando adeptos, ya que con él se pueden calentar y cocinar rápidamente una gran variedad de alimentos y bebidas, haciendo más sencilla y cómoda la vida de quien lo posee y reemplazando – en muchos casos- a la cocina tradicional.
La venta y utilización de éste electrodoméstico está autorizada por los gobiernos y las entidades regulatorias, advirtiendo que sus riesgos solo se limitan a darle mantenimiento adecuado, pues de lo contrario podrían presentarse fugas de microondas mayores al límite definido como seguro. El énfasis se hace sobre evitar que el sello de goma que lleva la puerta a su alrededor se encuentre siempre en “buenas condiciones” para impedir esas filtraciones peligrosas.
Sin embargo, ninguna de esas advertencias se refiere a los riesgos para el organismo humano al comer alimentos alterados por las microondas.
Mucho se ha hablado sobre el tema pero los fabricantes y gobiernos han desestimado y evitado dar a conocer al gran público una serie de estudios científicos que nos alertan al respecto.
Ya en 1989, científicos suizos encontraron que, al consumir alimentos cocinados en el horno microondas, la sangre sufría inmediatamente cambios significativos (1). Estos investigadores señalaron que estos cambios podrían ser muy importantes ya que indicaban el inicio de un proceso patológico, como por ejemplo, el cáncer.
La Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, en California, USA, descubrió en 1992 que la leche materna calentada en horno de microondas a altas temperaturas disminuía sus propiedades inmunológicas que es uno de los aportes más destacados de éste alimento (2).
En otro experimento realizado en Estados Unidos se demostró cómo el agua calentada en un horno microondas y luego dejada enfriar para regar una planta provocó que esta muriera en nueve días, en comparación con una planta testigo que fue regada con agua hervida primero en una estufa convencional y luego enfriada, la cual creció en forma normal en el mismo período. (3)
Además de los efectos térmicos ocasionados por la fricción de las moléculas del líquido o alimento que se cocina en microondas, se tienen también efectos no térmicos causados por la interacción entre la radiación de las microondas y las estructuras de los organismos vivientes y, son muy pocos los países que toman en cuenta estos efectos para definir los estándares de seguridad que se debe exigir a los fabricantes, para seguridad del usuario.
Estudios clínicos realizados en Suiza, Rusia y Alemania nos muestran una serie de efectos negativos que no podemos ignorar:
-         Comer continuamente alimentos procesados en horno microondas puede causar daño cerebral a largo plazo, permanente, al hacer “corto circuito” en los impulsos eléctricos del cerebro (despolarizando o desmagnetizando el tejido cerebral).
-         El cuerpo humano no puede metabolizar (descomponer en sus partes nutritivas), los productos desconocidos que se generan a partir de la cocción de alimentos en horno microondas.
-         La producción de hormonas masculinas y femeninas se detiene o altera al comer continuamente comidas procesadas en horno microondas.
-         Los efectos son residuales, es decir, de largo plazo y permanentes.
-         Los minerales, vitaminas y nutrientes de toda la comida procesada en horno microondas se reducen o alteran de tal forma que el cuerpo humano recibe muy poco o ningún beneficio o absorbe componentes alterados que no pueden ser asimilados.
-         Los minerales que contienen los vegetales son alterados al ser cocinados en microondas y se convierten en radicales libres cancerígenos, provocando tumores estomacales e intestinales, lo que podría explicar el creciente índice de cáncer de colon en USA.
-         El consumo prolongado de comida cocida en éste artefacto de microondas provoca que las células cancerosas proliferen en la sangre humana, produce deficiencias en el sistema inmunológico a través de alteraciones en los ganglios linfáticos y en el suero sanguíneo.
-         El consumo de comida procesada en horno de microondas ocasiona pérdida de memoria y de concentración, inestabilidad emocional y disminución de la inteligencia.  (4)

La mejor medicina es la preventiva y dicen los sabios que en caso de duda es mejor abstenerse. La decisión queda en sus manos!

Notas:
(1)   Blanc, B.H. / Hertel H.U. (1992), Comparative study about influence on Man by food prepared conventionally and in the microwave oven.
(2)   Quan, R. et. al. (1992), Effects of microwave radiation on Anti-Infective Factors in Human milk, Pediatrics, 89 (4); 667-69
(3)   Blanc, B.H. / Hertel H.U. (1992); H. Ande Weg vom Mikrowellenherd – Raum & Zeit Special NR. 6, Ehlers, Sauerlach.

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