“El Producto Interno NO Bruto de un país es el talento de su ciudadanía”. (Marga Iñiguez)
Somos lo que comemos y bebemos y sobre estas actividades podemos ejercer control. También somos lo que respiramos y la radiación solar que recibimos, pero sobre éstas variables no tenemos, con mucha frecuencia, el mismo control.
Por ello, son los hábitos alimenticios (comer y beber), los que más se reflejan tanto en la salud como en el aspecto externo de las personas, en su desempeño cotidiano y en la prevención de enfermedades.
El organismo humano requiere del aporte adecuado de nutrientes que proporcionen energía, contribuyan a la regeneración de células y tejidos, construcción de órganos y buen funcionamiento de los sistemas (aparato nervioso, digestivo, circulatorio, etc.), e intervengan en las reacciones químicas que tiene lugar en las células. Así que una buena alimentación es la base de una óptima salud, la cual se refleja en el estado de ánimo, la productividad en el trabajo, la actividad sexual, la fertilidad, el aspecto de la piel, uñas y cabello y la energía corporal.
Así que, conocer los nutrientes, las calorías que aportan y las consecuencias del abuso en el consumo de algunos alimentos, nos ayuda a tener una ingesta adecuada de alimentos.
Pero, la alimentación no lo es todo y en éste sentido la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) elaboró una nueva pirámide alimenticia, la Pirámide del Bienestar Digestivo, la cual tiene como objetivo aminorar los efectos negativos que producen hábitos tales como: no tomarse el tiempo suficiente para ingerir los alimentos, o el no reducir los niveles de estrés, lo cual afecta el ritmo intestinal.
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La Pirámide
Los demás niveles de la pirámide nutricional que conocíamos hasta ahora recomendaban –en el segundo nivel- los vegetales y las frutas; un tercer nivel donde se recomiendan los lácteos, carnes, pescado, legumbres y huevo y un cuarto nivel donde aparecen las grasas, aceites y dulces. El consumo diario según la antigua tabla era de entre 6 y 12 porciones al día de alimentos del nivel uno disminuyendo en cada nivel de alimentos el número de porciones hasta el cuarto en que – del cuarto nivel – se habla de un consumo moderado: una porción o menos.
Ahora bien: ¿cuál es la importancia de estar bien informados sobre éste tema? Más aún, ¿Cuál es la importancia de aplicar ésta información en nuestra vida? Es por que debemos aceptar que por ejemplo: el Alzheimer, la diabetes, las enfermedades coronarias, el cáncer y también aquellas producidas por virus o bacterias – tuberculosis, VIH Sida, herpes – etc. no “aparecen” de improvisto en nuestro organismo. La realidad es que nos hemos ido preparando día con día y año con año para padecerlas. La mezcla de malos hábitos alimenticios y condiciones ambientales (físicas y sicológicas), adversas son un caldo de cultivo propicio para deteriorar nuestra salud. Así que bienvenidos al mundo real en donde nosotros, cada uno de nosotros, es el responsable directo de su buena condición física y mental.
Es así cómo la nutrición del embrión, del feto y más tarde del bebé, es responsabilidad de sus padres; y es diferente por que cada etapa de la vida tiene distintas necesidades: una es para el niño y diferente para el adolescente; distinta para el adulto joven que para el adulto mayor; diferente para las mujeres que para los hombres. Ya iremos presentando información sobre cada una de estas etapas en futuras entregas.
Lo cierto es que para los seres humanos aplica lo siguiente: requerimos - para que nuestra vida prospere - de macronutrientes y de micronutrientes.
Los macronutrientes son: hidratos de carbono, proteínas y grasas de los cuales el organismo necesita consumir grandes cantidades, de allí su nombre.
HIDRATOS DE CARBONO: son la fuente principal de energía para el organismo ya que aportan hasta el 55 % del total requerido para su correcto funcionamiento y son los nutrientes preferidos por el cerebro y el sistema nervioso para obtener energía vital.
GRASAS: Junto con los carbohidratos son la otra gran fuente de energía. Permiten la absorción de las vitaminas liposolubles (las que solo se disuelven en grasas), almacenan energía, forman parte de la estructura de la membrana celular y actúan como relleno de ciertos órganos.
PROTEINAS: son nutrientes necesarios para que el organismo construya y repare estructuras. Las proteínas están formadas por aminoácidos, algunos de los cuales pueden ser sintetizados por el propio organismo y otros deben ser aportados a través de la comida. En total, son veinte aminoácidos, de los cuales nueve son esenciales para el ser humano: arginina, histidina, lisina, treonina, metionina, isoleucina, valina, fenilalanina y triptófano. Entre otras desempeñan las siguientes funciones: la síntesis de las enzimas, hormonas y neurotransmisores; forman parte de la estructura de los tejidos de uñas, piel, cabellos, músculos y huesos; forman parte de la estructura del ADN y del sistema inmunológico, la máxima defensa de nuestro organismo contra las enfermedades.
Los micronutrientes: se les denomina así, no por que sean menos importantes, sino por que de ellos solo se requieren pequeñas cantidades; aquí encontramos a las vitaminas y los minerales.
VITAMINAS: son imprescindibles para el organismo ya que contribuyen a aprovechar los elementos constructivos y energéticos suministrados por los alimentos. Son trece vitaminas en total divididas en dos grupos: liposolubles e hidrosolubles. Gracias al avance de la ciencia, los complementos alimenticios que uso y recomiendo como es el caso del OMNIPLUS, se ha logrado que - mediante un proceso llamado micelización - todas las vitaminas que solo se disuelven en grasas, se vuelvan hidrosolubles lo que facilita su máxima absorción por parte de todo el organismo, ya que sabemos que éste está compuesto entre un 60% y 70% por agua.
MINERALES: son componentes inorgánicos que forman parte de la naturaleza sin serlo de los seres vivos, pero su presencia en la química del organismo es vital para elaborar tejidos, sintetizar hormonas y son fundamentales para la mayor parte de las reacciones químicas en las que intervienen enzimas y coenzimas.
“Desde que nacemos, se nos inculcan pensamientos negativos, se nos repite lo que no hay que hacer o por qué no podemos hacer determinada cosa. Hace falta un esfuerzo constante, consciente y continuo para mantener a raya las fuerzas negativas” afirma W.Clement Stone pionero de la auto motivación y su frase nos llega muy bien cuando se trata de hacer un esfuerzo por salir de nuestra “zona de confort” alimenticia: dejar lo fácil, lo de llenar la panza, dejar de comer según el “antojo” y cambiar por comida que nutre. Ocuparnos de nuestro organismo día con día, en lugar de preocuparnos cuando ya es muy probable que no tenga remedio o que éste sea muy doloroso y costoso.
Referncias:
- Revista OM Magazine, Año 3, Vol. 12, "Bienestar digestivo"
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