Muy valioso el comentario de María Alejandra, acerca del estudio presentado durante la Conferencia Internacional de la Asociación Alzheimer, en París, en donde se señalan siete factores de riesgo que inciden en la presencia de la enfermedad: Bajos niveles de educación, uso de tabaco, inactividad física, depresión, hipertensión, obesidad y diabetes.
Hoy hablaremos de algunos problemas muy comúnes en nuestro organismo. Todos hemos sufrido alguna vez de indigestión, un término algo impreciso que se utiliza para describir una amplia variedad de problemas gastrointestinales, como la dispepsia (dolor o malestar en la parte alta del abdomen o del pecho), las nauseas, regurgitación, sensación de globo (la percepción de tener un bulto en la garganta) e incluso la halitosis o mal aliento.
Malos hábitos alimenticios, falta de ejercicio y estrés son sus principales causantes. Pero hay algunas causas menos evidentes: el proceso digestivo se vale de medios físico– mecánicos y químicos para transformar los alimentos en sustancias más simples para que puedan ser asimiladas o absorbidas por las células en los tejidos.
Este proceso comienza en la boca. Masticamos los alimentos para hacer pedazos mas pequeños y blandos que podamos tragar….y necesitamos todos los dientes y muelas completos y en buen estado para que esto se haga bien. La salud bucal se vuelve entonces clave para una buena salud general del organismo. Por esta razón ahora los gobiernos, sistemas educativos y de salud, aconsejan minimizar el consumo de azúcares tales como los contenidos en los refrescos (bebidas gaseosas) y en los dulces o golosinas, buscando evitar que desde niños deterioren o pierdan piezas bucales que serán vitales para la buena salud el individuo.
La acción química que ejercen las enzimas presentes en la saliva ayudan a descomponer las moléculas de la comida y las transforma en sustancias más fáciles de digerir. El proceso continúa en el estómago donde los jugos gástricos se encargan de dividir aún más los nutrientes, dando lugar a reacciones químicas que transforman los carbohidratos, rompen las proteínas y ayudan a la conversión de los ácidos grasos. En el intestino delgado los alimentos se mezclan con el líquido que produce el páncreas, la bilis y la secreción propia del intestino. A través de la membrana que recubre el intestino delgado (llamada vellosidad intestinal), las sustancias útiles son absorbidas y entran a la sangre para ser aprovechadas por el cuerpo.
Las sustancias que no se pueden digerir y no sirven al organismo se transforman en el intestino grueso y llegan al colon como una masa sólida que se desecha a través de la defecación. Éste proceso ocurre cada vez que comes, así que, si comes tres veces vas tres veces al baño.
Es un proceso complejo pero fácil de que el organismo lo desarrolle si lo tratamos bien. Cuando esto no sucede tenemos diversos padecimientos:
- Reflujo: Ocurre cuando los ácidos estomacales suben hacia el esófago durante la digestión. Con frecuencia sucede al consumir alimentos irritantes y muy condimentados, pero puede ser causado por trastornos más importantes como úlceras de estómago, gastritis o cáncer gástrico.
- Diarrea: se presenta cuando los alimentos pasan demasiado rápido por el tubo digestivo y no se digieren correctamente. Puede darse por la introducción de microorganismos dañinos, presentes en el agua y los alimentos o en los utensilios empleados para comer y beber. También puede darse por comer alimentos irritantes.
- Cólico: Es un dolor que aparece por problemas en el proceso digestivo, como las infecciones o las lesiones en las paredes internas (mucosas) del estómago, como las causadas por la gastritis.
- Estreñimiento: Una dieta deficiente en fibra y líquidos provoca que disminuya la frecuencia de las evacuaciones, las cuales normalmente deben producirse de dos a tres veces por día.
- Gases intestinales: son el resultado de la ingestión de pequeñas cantidades de aire al momento de comer, que no pueden ser expulsadas del organismo mediante eructos. También se originan por la producción de hidrógeno, metano y anhídrido carbónico en el intestino durante la descomposición de los alimentos.
- Hemorroides: Una dieta pobre en fibra, el exceso de irritantes y alcohol así como el estreñimiento y la obesidad originan que las venas que rodean el ano se inflamen y pierdan elasticidad.
- Gastritis: Es la inflamación de la mucosa estomacal. Los tipos mas frecuentes son la gastritis bacteriana, causada por la bacteria Helicobacter pylori y que puede ser transitoria o permanente y la gastritis aguda por estrés, considerada la más grave, la cual se asocia con el consumo de medicamentos, alcohol y sustancias corrosivas, así como el estrés fisiológico severo y las infecciones.
Dejamos para otra entrega unos problemas que afectan a muchas personas, tales como la intolerancia a la lactosa, a la fenilalanina (fenilsetonuria) y al gluten (la celiaca).
¿Cómo ayudar a tu digestión? Además de consumir una alimentación adecuada podemos ayudarnos con unos pasos simples:
Ø Evita tomar agua mientras comes; es mejor beberla antes o después de la comida.
Ø Bebe dos litros de agua al día.
Ø Come sin prisa, masticando bien los alimentos.
Ø Come cinco veces al día en cantidades moderadas.
Ø Procura disminuir el consumo de bebidas alcohólicas y gaseosas.
Ø Evita fumar, principalmente antes de la comida.
Ø En lugar de una siesta inmediatamente después de comer da un paseo o permanece de pie, con lo cual se promueve el movimiento de tu estómago.
Ø Procura no usar ropa que oprima el estómago.
Ø Evita situaciones que causen estrés, ansiedad y nerviosismo.
Ø Consume productos que mejoren el estado de la flora intestinal.
Ø Modera el consumo de alimentos con alto contenido de grasas, picante y condimentos.
Ø Evita pasar períodos muy largos sin comer.
Ø Practica algún tipo de ejercicio para ayudar al movimiento intestinal.
Las últimas investigaciones en el campo de la nutrición se han centrado en los alimentos cuyas propiedades permiten mejorar las funciones de nuestro organismo y protegernos naturalmente de muchas enfermedades. Se trata de alimentos novedosos que se clasifican en cuatro categorías:
* Funcionales: Son aquellos que, gracias a las sustancias que contienen, generan efectos positivos en la salud más allá de sus efectos nutricionales. Un ejemplo: la carne de pescado que contiene ácidos grasos Omega 3, los cuales estimulan las defensas de las mucosa intestinal y reducen padecimientos del sistema circulatorio.
* Prebióticos: Son fibras e ingredientes no digeribles que estimulan la actividad de bacterias benéficas que habitan el intestino grueso, de modo que aunque no son aprovechados por el ser humano le ayudan indirectamente. Ejemplos de ellos son todos los productos elaborados con harinas integrales y el complemento alimenticio que uso y recomiendo: FIBER´NPLUS
- Probióticos: Aquellos en que se encuentran microorganismos que no causan enfermedades y son resistentes al proceso digestivo, por lo cual llegan vivos al colon y ejercen sobre el un efecto positivo. Es el caso de los lactobacilus cassei y lactobacilus acidofilus que contienen el SUPERMIX, el FIBER´NPLUS y el NEWGHURT.
* Simbióticos: Se obtienen de la combinación de alimentos prebióticos y probióticos, como la granola con yogurt.
No puedo dejar de mencionar -por que me encanta - el ALOE BETA, una mezcla del alóe de sábila y betacarotenos, cuyos efectos benéficos se conocen desde la antigüedad. Ahora, en estudios conducidos por científicos de la Barts and London Queen Mary´s School of Medicine and Dentistry, se confirma que la planta Aloe Vera, además de ser desinfectante, desintoxicante y antioxidante, contiene carbohidratos y todos los aminoácidos necesarios para la construcción de proteína, tiene efectos benéficos en la producción de sustancias que ayudan a reparar las lesiones causadas por las úlceras pépticas, es un laxante suave, recubre y protege la mucosa intestinal, evita los gases y la mala digestión y contiene enzimas que ayudan a digerir los alimentos y mejorar la absorción de nutrientes. Y en la preparación micelizada que trae el ALOE BETA, tiene un sabor tan delicioso (limón o piña), que hasta los bebés lo toman con agrado.
No hay que olvidar: “Barriga sana, corazón muy contento” y ¡buena vibra todo el tiempo!
Referencia: “Cómo mejorar tu digestión”, Juan Fernando González G., Revista OM 15, Agosto 2006, Guadalajara, México.
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