Hoy, 20 de Junio de 2011, inicio un relato que hubiera preferido no haber iniciado nunca. Se trata de contar la historia del Alzheimer en mi familia.
Y lo hago porque, de alguna manera, hemos asumido la opción de “no hablar del tema”, lo cual no cambia en nada la situación de la persona que lo padece, ni de las personas que deben apoyar día a día al paciente, pero nos deja a los demás con la sensación de que es todo y es lo mejor que podemos hacer. Como al tema de la muerte, también al tema del Alzheimer rehuimos enfrentarlo.
Algunos preconceptos recogidos de la “sabiduría popular” y aún de boca de la mayoría de los médicos, apoyan nuestra negación: es “inevitable” al llegar a cierta edad (“chocheras de viejo” se decía hace años); es “incurable”, así que para que intentamos nada; es “hereditario” y de tu carga genética no puedes escapar…..etc. etc., pero el problema sigue ahí y duele.
Duele porque nos hemos visto afectados en dos personas de nuestra línea materna: primero fue la tía Anita Obando, quien la sufrió a una edad relativamente muy temprana (así que no es, “cosa de viejos”), y murió de un cáncer de seno que en gran medida no fue detectado debido a que ella estaba fuera de éste mundo. Y ahora, desde hace unos años, la demencia senil ha venido deteriorando ante nuestros ojos, la salud total de mi madre, Gilma Obando de Cárdenas.
Así que, inicio está bitácora, con el propósito de exponer a todos los miembros de nuestra numerosa familia y, si es de utilidad, a otras familias que puedan estar pasando por el mismo proceso, lo que no conocíamos, lo que no hicimos, lo que hoy sabemos y lo que estamos haciendo.
Como todo aprendizaje éste ha sido doloroso pero, también, gratificante en la medida en que hemos encontrado fundadas esperanzas de detener el deterioro en la salud de mi madre y prevenir otros posibles casos en tíos y tías, hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas y en aquellas personas que aún se encuentran indefensas frente a la aterradora sombra que oscurece el cerebro, y la vida toda, de las gentes.
Invito a todos los miembros de la familia a leer éste blog, escribir sus comentarios, enviarnos fotos y compartir con amigos y conocidos. Entre todos podremos hacer de éste blog algo valioso y de paso mantener a la tía Anita y a mamá Gilma en el recuerdo, que es una forma de honrar la memoria, de permanecer y trascender.
Dios Único y Todopoderoso tiene la última palabra. Rogamos que nuestro esfuerzo rinda frutos, si es su Voluntad.
Para los casos aquí expuestos cabe aclarar que las dos mujeres fueron muy activas la mayor parte de sus vidas, trabajaron, viajaron y tenían una buena vida social, pero después de algunos años sus rutinas cambiaron y así mismo sus mentes empezaron a desconectarse de la realidad.
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