Por darles “presentación”
refinamos y adulteramos casi todos nuestros alimentos. Al refinar el azúcar, los
cereales y los aceites, los empobrecemos, porque las fibras y gérmenes de las
semillas, contienen una serie de nutrientes claves para la salud, tales como
vitaminas, enzimas, minerales traza y fitoquímicos que apenas comienzan a ser
conocidos, como los bioflavonoides y carotenoides, entre los cuales se menciona
el resveratrol, y el ácido elágico en las uvas.
El sulforrafano, y el
ditiotión, protectores contra el cáncer y daños al ADN celular, se encuentran en el
brócoli y otras crucíferas; también el licopeno de los tomates, pero todas
estas sustancias están casi ausentes en nuestra alimentación diaria, en
especial los nutrientes derivados de las semillas oleaginosas.
Las plantas
oleaginosas son vegetales de cuya semilla o fruto puede extraerse
aceite, en
algunos casos comestible y en otros casos de uso industrial. Las oleaginosas
más sembradas son la soja, la palma elaeis, el maní
(cacahuate), el girasol, el maíz y el lino. Otras plantas
oleaginosas son el cártamo, la colza
(aceite de canola), el olivo,
el nogal, el ricino,
el sésamo, la jojoba, el tung,
el almendro,
el arroz (aceite de salvado de
arroz) y la uva.
Las semillas
oleaginosas, imprescindibles en nuestra alimentación diaria, debido a su contenido de
proteínas y fosfolípidos, cargados de ácidos grasos esenciales así como de otros nutrientes como fibras, vitaminas
liposolubles, minerales claves como el cobre y el zinc, lecitina, magnesio,
hierro, así como colina, inositol, etanolamina, serina, etc., no son usadas
normalmente.
Las semillas
oleaginosas, casi al cien por ciento, van a parar a las fábricas de aceites refinados. En dichas refinerías
las semillas son despojadas de todos sus nutrientes y los ácidos grasos
remanentes son inútiles para nuestras necesidades biológicas. Los lignans o
lignanos, que se encuentran en las semillas oleaginosas, especialmente en la
linaza y el trigo, son excelentes nutrientes anticáncer, y previenen el
envejecimiento. Son poderosos antioxidantes, pero se pierden en las fábricas de
aceites…
¿Qué estamos entonces consumiendo? Como veremos en varios de estos informativos, la
peor de todas las refinaciones es la de los aceites:
Primero, porque dejamos de consumir unos aceites muy poco
conocidos por el público, los fosfolípidos de más alta
calidad, los cuales se encuentran en las semillas oleaginosas. Estos fosfolípidos
son los principales transportadores de los ácidos grasos esenciales Omega-3 y
Omega-6, además del fosfato, y otros nutrientes como colina, serina, etanolamina y muchos otros. El
fosfato es necesario para todas las funciones biológicas y en la fijación del
calcio en los huesos.
Segundo, porque al quitarle nutrientes, como la lecitina,
el cobre, el magnesio, la vitamina E y el β-caroteno, se aumenta la incidencia de numerosas enfermedades tales como:
gastritis y úlceras, hipertensión arterial, invasión de calcio a los tejidos
blandos, litiasis en distintos órganos, infartos, hasta el cáncer.
Es lo que se ha venido a denominar: “enfermedades por degeneración grasa” cuya lista es encabezada por las enfermedades más letales de este siglo: las circulatorias y el cáncer.
Es lo que se ha venido a denominar: “enfermedades por degeneración grasa” cuya lista es encabezada por las enfermedades más letales de este siglo: las circulatorias y el cáncer.
Mucho se ha avanzado en el campo del mantenimiento y recuperación de la salud mediante el consumo de los nutrientes adecuados para el cuerpo humano. Una idea que ha tomado gran fuerza, por los resultados obtenidos, es la de la nutrición celular.
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